¿Paranormal?

Soy de naturaleza incrédulo, a pesar de que en mi vida me han ocurrido cosas raras para las cuales no he encontrado explicación, pero no por eso no creo que tales cosas no tenga una explicación, lo que sucede es que yo no la sé.
Quizás, de entre las cosas raras que me han ocurrido, la historia de del “japonés” es de esas que te hacen pensar que lo paranormal existe. En síntesis la cosa ocurrió asi:
Un día vino a verme un gitano, pastor evangelista, de mal nombre “el japonés”, pidiéndome que le solicitara una pensión de invalidez permanente total, situación que ya le había sido reconocida hacia tres años pero sin derecho a prestación económica por falta de días de cotización. Me aporto una vida laboral en la cual había nuevas cotizaciones posteriores a la fecha del reconocimiento de la situación invalidez, algo que según una nueva jurisprudencia se deberían de computar al hacer la nueva solicitud, pero tales días sumados a los anteriores seguían siendo insuficientes, según mis cálculos le seguían faltado unos 35 días de cotización. Lógicamente le recomendé que volviera a trabajar un par de meses más para tener cotización suficiente para hacer la nueva solicitud. Hasta aquí todo normal.
Lo extraordinario fue la respuesta del “japonés” , que me refirió que él había venido a verme porque el día anterior estado el rezado con los brazos en cruz se le apareció “el señor” y este le dijo que tomara los papeles que tenía en una carpeta y que viniera a verme para que le solicitara la prestación que yo tenía que tramitarle. Y me entrego la carpeta que tenia de forma desordenada todo tipo de papeles, como contratos, nominas, etc. Etc. Y me dijo que confiara en “el señor” y que iniciara el asunto.
Así que hice la solicitud, que vino denegada por no considerarse los días cotizados después de la primera declaración, hice la reclamación previa, con el mismo resultado y presente la demanda y hubo el juicio, en donde la seguridad social mantuvo su tesis inicial y añadió que aun en el caso de aceptar la cotizaciones realizas después de la declaración de invalidez sin derecho a prestación estas no serian suficientes para cubrir el periodo de carencia pues faltaban 32 días de cotizaciones, lo que era mi apreciación inicial. Yo siguiendo lo que le había dicho “el japonés” entregue como prueba documental el contenido de la carpeta que me había traído por indicación de “el señor”
Se dicto sentencia desestimatoria por la falta de días de cotización, así que anuncie el recurso y cuando me dieron los autos para formalizar el recurso, llame al “japonés” para explicarle lo que había acontecido hasta el momento con su encargo y que mi opinión es que no había nada que hacer, salvo cotizar esos dos meses que le había dicho.
La respuesta del “japonés” fue la misma. El hacia lo que “el señor” le había dicho y yo debería de tener confianza. Así que en cuanto salió de mi despacho hice el escrito desistiendo del recurso, lo firme y lo entregue a mi secretaria para que lo llevara al juzgado con los autos. Eso era tal día como miércoles y el plazo para la interponer el recurso terminaba el lunes siguientes. Y me olvide del asunto.
El viernes, por la tarde al salir del despacho, abrí la puerta para irme, pero sentí ganas de ir a miccionar y volví hacia el cuarto de baño y observe que sobre la mesa de mi secretaria seguían los autos del asunto del “japonés” y con el escrito con el desistimiento del recurso. Recordé lo que me había dicho de que “el señor” se le había aparecido estando el rezando con los brazos en cruz. Recogí los autos y me los lleve a casa, si bien durante el fin de semana no los volví a ver. Durante la noche del domingo al lunes me desperté de forma sobresaltando pensando en el revoltijo de papeles, que estaban en la carpeta que me había traído “el japonés” y que había incluido como prueba documental. Volví a repasar esos documentos y repare en que había 42 recibos correspondientes a 42 jornales que como peón de plaza había realizado “el japonés” a lo largo de 10 años en el puerto de palma con intervención de la organización de trabajos portuarios, lo que suponía la obligación de cotizar por esos jornales al régimen especial de trabajadores del mar que no aparecían en la vida laboral que la seguridad social reconocía para “el japonés” .
Hice el recurso y el tribunal superior le reconoció al “japonés” la correspondiente prestación por invalidez permanente total para su profesión habitual. Cuando comunique la sentencia al “japonés” este se limito a decirme que eso era lo que ya esperaba, pues “el señor” ya se lo había dicho cuando se le apareció cuando el rezaba con los brazos en cruz.
Yo hoy día sigo pensando que se trata de un cumulo de casualidades……o no. El “japonés” sigue de pastor evangélico y sigue dándole gracia “al señor” en sus oraciones.

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